Hoy pudimos disfrutar de dos profesores excepcionales. El Profesor Euclides Sánchez nos habló de la participación que ocurre dentro de una estructura explicativa. Dijo que el sujeto se construye por medio del lenguaje que es un vacío, es decir, se carga de sentido de acuerdo con el contexto particular en que se emplea y que este uso lingüístico va más allá de la semántica. La participación transfiere el acto individual en algo colectivo y la comunidad no es sólo un agregado de personas sino un proceso organizado.
Luego el Profesor Arnaldo Esté nos invitó a escribir nuestras ideas sobre la ciudad, la ciudadanía y el socialismo. Sólo para actuar de la manera más participativa posible, voy a compartir mi propio ensayo antes de seguir con un resumen (una reconstrucción mía) de la clase del Profesor Esté. Me confundí y escribí sobre todo a la vez, aquí transcribo lo que anoté:
La ciudad es un lugar de encuentro que da paso a una masificación de los recursos que no puede lograrse en el campo. Mientras más se aproximan las carreteras del campo a la metrópoli, éstas se ven siempre más lujosas y más alumbradas, y junto con estos cambios aparecen los teatros, museos y bulevares, en resumen es el lugar del compartir forzado y obligado donde la riqueza acumulada permite ciertos lujos a los ciudadanos.
¿Por dónde entra el socialismo en este escenario? En su expresión ideal el compartir socialista debe ser más equitativo y los hospitales deben aceptar a todas las personas y los teatros deben ofrecer presentaciones accesibles a todos los presupuestos. Las bibliotecas públicas deben ser numerosas y pobladas de libros.
Sería la obligación de todos mantener el espacio público limpio y participar en la creación de la utopía. Desafortunadamente la utopía es difícil, y la colectividad quiere participar en los beneficios antes de limpiar la acera y cuidar de su consumo eléctrico. Quiere delegar sus obligaciones y con esto delega también tanto su participación en el poder como su capacidad de elegir la naturaleza de aquella utopía.
El socialismo ideal sería la estructura que permite a las voluntades singulares volverse colectivas.
Luego el Profesor nos invitó a reflexionar sobre la historia de estos conceptos y los valores que les subyacen, y tomar una actitud filosófica y antropológica más que política y sociológica. Nos dijo que nuestras interpretaciones de estos conceptos están todavía muy "verdes" y requieren varios tipos de análisis, uno de los cuales es histórico. Tal como fueron desarrollados por los “Occidentales” no se aplican necesariamente en Venezuela donde no hay ni proletariado ni burguesía. Lo que hay aquí es lo que llamó “informalidad”, es decir “la otra formalidad”, es decir, valores complejos que sobreviven al lado de la ley formal, en sistemas económicos que no producen riqueza sino que viven del petróleo, aquella gran dádiva providencial que sale del suelo sin que tengamos que trabajar para que exista.
Luego el Profesor Arnaldo Esté nos invitó a escribir nuestras ideas sobre la ciudad, la ciudadanía y el socialismo. Sólo para actuar de la manera más participativa posible, voy a compartir mi propio ensayo antes de seguir con un resumen (una reconstrucción mía) de la clase del Profesor Esté. Me confundí y escribí sobre todo a la vez, aquí transcribo lo que anoté:
La ciudad es un lugar de encuentro que da paso a una masificación de los recursos que no puede lograrse en el campo. Mientras más se aproximan las carreteras del campo a la metrópoli, éstas se ven siempre más lujosas y más alumbradas, y junto con estos cambios aparecen los teatros, museos y bulevares, en resumen es el lugar del compartir forzado y obligado donde la riqueza acumulada permite ciertos lujos a los ciudadanos.
¿Por dónde entra el socialismo en este escenario? En su expresión ideal el compartir socialista debe ser más equitativo y los hospitales deben aceptar a todas las personas y los teatros deben ofrecer presentaciones accesibles a todos los presupuestos. Las bibliotecas públicas deben ser numerosas y pobladas de libros.
Sería la obligación de todos mantener el espacio público limpio y participar en la creación de la utopía. Desafortunadamente la utopía es difícil, y la colectividad quiere participar en los beneficios antes de limpiar la acera y cuidar de su consumo eléctrico. Quiere delegar sus obligaciones y con esto delega también tanto su participación en el poder como su capacidad de elegir la naturaleza de aquella utopía.
El socialismo ideal sería la estructura que permite a las voluntades singulares volverse colectivas.
Luego el Profesor nos invitó a reflexionar sobre la historia de estos conceptos y los valores que les subyacen, y tomar una actitud filosófica y antropológica más que política y sociológica. Nos dijo que nuestras interpretaciones de estos conceptos están todavía muy "verdes" y requieren varios tipos de análisis, uno de los cuales es histórico. Tal como fueron desarrollados por los “Occidentales” no se aplican necesariamente en Venezuela donde no hay ni proletariado ni burguesía. Lo que hay aquí es lo que llamó “informalidad”, es decir “la otra formalidad”, es decir, valores complejos que sobreviven al lado de la ley formal, en sistemas económicos que no producen riqueza sino que viven del petróleo, aquella gran dádiva providencial que sale del suelo sin que tengamos que trabajar para que exista.
Por otro lado tenemos que dejar emerger nuestros propios conceptos con relación a "ciudad" y "socialismo". Adoptamos modelos, tanto arquitectónicos, como legales y de valores que no nos pertenecen, es decir, importamos intacto una especie de “Cubo Negro” a nuestro ambiente tropical donde no hace falta resistir el invierno, y no pensamos en desarrollar diseños que aprovechan nuestra clima de primavera eterna. Terminamos con plantillas importadas que requieren sistemas cerrados de enfriamiento artificial. En la política tal vez importamos un croquis del socialismo que era útil en la Guerra Fría pero que ahora no va a satisfacer nuestras necesidades.
Haciendo eco de la idea de lo vacío del lenguaje sin contexto del Profesor Sánchez, nos dijo el Profesor Esté que tenemos que preguntarnos qué son nuestros valores y llenar las palabras huecos del imaginario político, tales como “dignidad”, “participación”, “cooperación”, “solidaridad” y “democracia”, que aparecen por igual en boca de Tirios y Troyanos.
Al final, dice el Profesor, los valores son “instancias de fe” que normalmente no elegimos sino que hemos heredado. En este momento de la construcción del “Socialismo del Siglo XXI” tenemos que identificar lo que nos es caro y construir sobre ello, no sobre conceptos que hemos aprendido como “Cubos Negros” políticos.
Invito a todos los participantes en el curso a ubicar sus pensamientos en el blog. Tal vez les interesaría transcribir aquí lo que escribieron en clase, tal como hice yo.
Mis saludos a todos y todas, Karen