Es pura casualidad que escribo el primer ensayo en este blog. Espero que pronto otras personas harán lo mismo con sus propias contribuciones.
Este es una primera comunicación con respecto a la Participación Social y la Construcción de Ciudadanía. Quisiera, como una primera reflexión, centrar mis pensamientos en la democracia como institución histórica.
El problema de cómo escoger los gobernantes ha preocupado la humanidad desde el comienzo de los tiempos de nuestra especie. Hay muchos aspectos involucrados en el nacimiento de la democracia como una práctica participativa, como por ejemplo: la necesidad de incluir a los participantes aptos, las calidades que deben caracterizar el gobernante y los electores y la relación que debe existir entre el poder y la administración pública.
En mayoría de las naciones antiguas resolvieron el problema por medio de la creación de sistemas de exclusión y privilegio justificados por creencias místicas, pero existen antecedentes participativos que provienen de las tradiciones orales, por ejemplo, la manera contradictoria que los grupos semi nómadas de Israel escogieron su primer rey. El libro de Samuel en el Viejo Testamento cuenta como Saúl fue escogido por un sistema progresivo de azares que incluía igualmente a todos los clanes de la tribu; aunque el resultado fuera la creación de una monarquía hereditaria es interesante reflexionar sobre este relato debido a los tipos de administración política que revela: marcó la transición de un gobierno colectivo (pero no realmente democrático) a uno que era centralizado y autoritario.
Hay otras experiencias tribales que se aproximan más a las ideales democráticas: los Sioux, una civilización de amero-indios, escogían sus líderes entre todos los guerreros. Hubo luego también un acuerdo entre varias naciones de indios americanos del continente del norte llamado “Haudenosaunee”, en donde los miembros votaban para tomar las decisiones importantes y para escoger representantes a un consejo transnacional. En otro ejemplo las tribus venezolanas del llano practicaban algún tipo de consenso para llegar a acuerdos. Esto también ocurría entre las tribus germánicas en lo que hoy en día es Europa.
El ensayo más sistemático y históricamente anotado tuvo sus raíces en la Grecia del Siglo 5 AC. Por la primera vez se desarrolla la idea de “ciudadanía” que reconocía a todos los hombres libres como electores y las condiciones legales para otorgar este privilegio. Después de un breve ensayo con un régimen similar en Roma, la democracia desapareció en Europa y sólo se hizo presente de manera esporádica en grupos pequeños que normalmente fueron reprimidos militarmente por sus vecinos más poderosos. No fue sino en 1215 en una pradera llamada Runnynmede en Inglaterra cuando los nobles obligaron al Rey Juan reconocer por escrito los derechos de aquellos, que de nuevo se inauguró la noción del poder compartido, pero este nuevo ensayo fue un comienzo que escasamente puede llamarse “democracia”.
La institución moderna comenzó en los Estados Unidos después de la revolución que liberó aquella nación de Inglaterra. Se instituyó un gobierno en tres partes: la administrativa, la legislativa y la judicial. La base de este sistema es el individuo quien es responsable tanto por sus propios actos como por la periódica elección de sus gobernantes. En Inglaterra la monarquía se volvió “constitucional” y cedió gradualmente su autoridad al “House of Commons” y el “House of Lords”. Luego hubo un ensayo con una asamblea popular a partir de la revolución francesa que fracasó después de la Restauración pero fue rescatada en el Siglo XIX.
Toda esta historia es tan bien conocida que la puedo reproducir de memoria y no tengo que incluir referencias. ¿Por qué repetirla ahora?
Creo que hay varias justificaciones para volver nuestras miradas hacia atrás. Por ejemplo, podemos reflexionar sobre la fragilidad del sistema. Ha tomado muchos, muchos siglos para crear las democracias que conocemos hoy en día, y son las versiones muy recientes. Aunque nosotros hemos nacido con los beneficios que ofrecen, sólo nuestra vigilancia y cuidado va a permitir que dure para la próxima generación. Si fue difícil crearla, es terriblemente fácil perderla.
Otra reflexión tiene que ver con su perfeccionamiento. Mejorarla es un ejercicio lleno de peligros y únicamente puede hacerse por medio del debate entre personas que han pensado mucho sobre el tema. Necesitamos producir construcciones sociales inclusivas, informadas y reflexionadas. Los cambios no pueden ocurrir ni por decreto ni por una especie de euforia colectiva y temporal. ¿No fue Simón Rodríguez que dijo: "O inventamos o erramos." ?
Nuestras reflexiones en el Diplomado pueden contribuir a este proceso. Esperamos las ideas de todos.